top of page
Foto del escritorIan Lukas Gutierrez Velasquez

Gentrificación en el centro de Bogotá

Actualizado: 26 ene 2023

Camilo Andres Yepez Ascanio - Ian Lukas Gutierrez Velasquez



Bogotá ha sido una ciudad que ha pasado por varios cambios abruptamente, no sólo en términos de modernidad, sino también en temas medioambientales, sociales, políticos y económicos. Uno de estos cambios notorios ha sido la espacialidad de la ciudad y la forma en la que se ha organizado y configurado. En otras palabras, nos referimos al fenómeno de la gentrificación que está viviendo la capital, que ha sido un aspecto que se ha dado por las relaciones de poder, relaciones que se materializan en este espacio urbano, generando varias consecuencias que son resultado de las intervenciones urbanas. La gentrificación, por un lado, es una herramienta que se usa y responde a intereses particulares, que en últimas busca intervenir y mercantilizar ciertas zonas metropolitanas, en este caso como el centro de Bogotá, que sigue un lineamiento económico que prioriza las necesidades individuales por encima de las necesidades colectivas. Este fenómeno de gentrificación se vincula con procesos de desplazamientos y asimismo la sustitución de determinada población, que en este caso es la gente popular y oriunda del centro, que termina siendo una especie de colonialismo de una clase social sobre otra. Todo esto se logra transformando espacialmente el lugar, por medio del mejoramiento y la renovación urbana para así generar mayores recursos.

Al realizar la gentrificación, se produce múltiples consecuencias que se terminan entrelazando, como el despojo, la exclusión social, la segregación, el desplazamiento, entre otros, que son propios de un desarrollo desigual. Desde otro punto de vista, este fenómeno se ha visto como una estrategia del desarrollo del neoliberalismo, al darse un papel fundamental del sector público para propiciar la apropiación de espacios selectivos de la ciudad, cuyos beneficios económicos van dirigidos hacia las clases sociales altas. Se fomenta el libre mercado, a capitalizar y configurar las zonas para volverlas productivas determinando un nuevo valor en términos económicos al espacio urbano. Por ello, lo que sucede dentro de una gentrificación es una resignificación del sitio, lo que establece una nueva dinámica, que en este caso la estructura se soporta fundamentalmente en las relaciones económicas, y asimismo configura las relaciones sociales del lugar. Teniendo en cuenta lo anterior, hay varias implicaciones: una de ellas es que se produce una división social del espacio de Bogotá, es decir, está sectorizado, y asimismo, estratificado, lo que ayuda a fortalecer y mantener las desigualdades sociales.

Al observar este problema, hay que analizar las formas en las que se piensa el lugar, y como esto produce unas resistencias, ya sean de carácter relacional, de lenguaje, entre otras. Por un lado, todos estos cambios y proyectos de gentrificación reflejan cómo se piensa el centro de Bogotá desde el gobierno, desde entidades tanto públicas y privadas que entran a ser inversionistas; desde el gobierno nacional se piensa desde su utilidad, para fortalecer una industria desde el turismo, lo que oferta no solo su historicidad de la ciudad, sino que se configura teniendo en cuenta las actuales demandas, como lo es la moda alternativa, “underground”, bohemio, que no solo atrae a los extranjeros, sino sus visitantes frecuentes como estudiantes, trabajadores, entre otros. Por ello, lo que se busca es fortalecer espacios como los museos, pero también los bares, restaurantes, universidades privadas, que centralizan un solo modelo económico y clasista social, que a su vez es ajeno a los espacios a los cuales pretende renovar a través de la destrucción y por consiguiente, la innovación creativa, que asimismo desconoce que el lugar tiene una historia que sigue latente la cual se expresa en sus habitantes tradicionales, que de una u otra manera han podido seguir tejiendo su historia en torno al lugar, de los cuales resisten a ser despojados. Este proyecto de reurbanización está bajo un discurso que pretende justificar las transformaciones del espacio urbano, y asimismo el uso del suelo, bajo el argumento de renovación, innovación, revitalización, mejoramiento, modernización, limpieza, innovación, y demás apellidos que conlleva al desarrollo de la gentrificación. Cada parte involucrada en este proyecto lucha por sus intereses, por un lado, los habitantes oriundos del centro de Bogotá resisten a las estrategias del despojo, que los obliga a tomar una de las dos opciones que tienen: que les expropien o que vendan su propiedad.

Para empezar, nuestro objetivo es analizar qué formas de resistencias se pueden hallar en la gentrificación, que por ejemplo existan en las relaciones de poder, y por otro lado, analizar qué mecanismos de control y/o represión se pueden dar en este caso. Para ello recurrimos a Deleuze y Guattari, autores que nos ayudan a entender como la resistencia es un modelo rizomático, el cual confronta modelos jerárquicos, que en este caso son de carácter clasista, donde se está dando una estructura social opresiva en el centro. Iniciaremos tomando de ejemplo los planes de desarrollo, o el plan de ordenamiento territorial, los cuales son unos instrumentos corrientes, que tienen como objetivo planificar el ordenamiento del territorio; el POT, por ejemplo, se rige bajo objetivos, políticas, estrategias, metas, programas, actuaciones y normas que orientan el desarrollo físico del territorio, y asimismo la utilización o usos del suelo. En otras palabras, el POT es un intento de fijar y plasmar la realidad misma, y lo que produce es establecer divisiones y clasificaciones. Hay un gran problema cuando hay un desconocimiento frente al territorio, y más si se cierra a una sola posibilidad; lo que produce estos lineamientos políticos es que ejercen unas relaciones de poder, y más aún cuando sostiene una posición absoluta que no tiene en cuenta el relacionamiento social de las personas que viven tradicionalmente en el centro (Deleuze & Guattari. 1980).

Por otra parte, uno puede encontrar distintas alternativas que realizan las personas en el centro para adaptarse estas nuevas dinámicas socioeconómicas. Por ejemplo: las ventas informales, los locales que se han mantenido vigentes durante varios años, y que buscan algunos, por medio de las políticas, decretos o leyes que protejan y salvaguarden sus propiedades mediante políticas como las patrimoniales, o estas nuevas alternativas de la economía naranja que impulsa el emprendimiento, la innovación y la creatividad de las personas. Esto en ocasiones logra tener una mayor libertad, o al menos como así lo concibe algunas personas porque son tipos de alternativas que abren las posibilidades, y pueden distanciarse de las amenazas económicas, políticas y sociales que viven. Estas nuevas dinámicas son gracias a la gente y ellas abren la posibilidad de pensar multiplicidades a resistir los modelos establecidos. Hay otro problema al que se enfrenta la economía naranja, y es algo que nombra Cooper frente al capitalismo de libre mercado, y es las crecientes contradicciones sobre la condición humana vs la vida comercializada. Partiendo de la idea de que la vida se ha introducido en los circuitos de creación de valor, es decir, hay una gran configuración de la determinación de la vida dentro del sistema económico y frente las problemáticas sociales que ponen a prueba la vulnerabilidad frente a las condiciones de vida, donde las políticas gentrificadoras crean sujetos productivos y no productivos, los cuales los productivos pueden estar dentro de la economía naranja, y los no productivos se enfrentan a informalidades laborales, o exiliados de su lugar tradicional (Cooper. 2008).

Referencias bibliográficas:

16 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Nietzsche está de moda

Hoy de nuevo se siente la soledad, quizás uno mismo la ha causado, y a pesar de ello, se siente una herida profunda. El sentimiento de...

Comments


bottom of page